miércoles, 3 de febrero de 2016

Juan José. Un drama muy actual en el Teatro de la Zarzuela

Reportaje completo en ETER.COM

Como siempre que voy a ver genero lírico a este teatro, he salido de La Zarzuela impresionado por la calidad general del espectáculo.

La escenografía, la iluminación, el vestuario, las pinturas… se alían con músicos, cantantes, bailarines y actores para ofrecer al público un espectáculo de indudable calidad.

En esta ocasión voy a detenerme en el excelente trabajo de coreografía de Denise Perdikidis y la impresionante ejecución de sus bailarines. En cierta ocasión una maestra que siempre he admirado, me dijo que en la danza los movimientos lentos eran los de ejecución más difícil. El equipo de Perdikidis ha bailado lentamente, muy lentamente; con una calidad de movimiento y expresión que pocas veces he visto en escena. Voy a mencionar a Elisa Morris, que ha estado impresionante en su interpretación y al polifacético Alberto Arcos, magnífico bailarín capaz de asumir cualquier registro.

La historia

Me ha impresionado oír risas entre el público, era un ensayo abierto, cuando uno de los intérpretes a pegado a su mujer y otro de los intérpretes ha hecho un comentario jocoso al respecto.

Vivimos en un mundo en el que las muertes por violencia de género son noticia una semana sí y otra también, pero a pesar de ello, personas a las que se les supone una cultura cuando menos media, se ríen con estos “gags”. A mi se me ha encogido el corazón en muchos momentos de esta obra que es muy dura y lamentablemente, a pesar de su medio siglo, muy actual.

La sinopsis del director

La obra transcurre en un suburbio de un Madrid paupérrimo, donde reina la miseria y el analfabetismo. Dominado por la terrible injusticia social que divide a la gente entre los que tienen y los carentes de lo imprescindible. Los personajes son seres humanos muy primarios. Sin sofisticación. Burdos, ásperos, y sobre todo, sin ninguna cultura o educación. Como les han impedido el acceso al conocimiento son incapaces de discernir o reflexionar sobre lo que les pasa y sus causas, y eso les ha convertido en bestias. Como los animales sólo sienten sensaciones primarias: dolor, hambre, frío, enfermedades, agresividad, odio… Los conceptos «moral» o «ética» han dejado de tener sentido alguno.

No es un melodrama. Es una denuncia política: Si los poderes sociales dividen en clases a la gente y dejan al individuo abandonado a su suerte, sin posibilidades espirituales o materiales, éste se convierte en un animal rastrero que luchará hasta la muerte y utilizará cualquier medio a su alcance para sobrevivir. Todos los personajes están pervertidos por la situación de marginación en la que malviven. Son animales que deambulan en una charca de aguas fecales. Saben que no hay salida, pero no se dan cuenta y son capaces de pisar a los demás en el intento desesperado de poder seguir viviendo.

No hay héroes, todo lo contrario, allí todas las miserias del ser humano afloran: la mezquindad, los rencores, la traiciones, los miedos, la desconfianza, la malignidad, los celos, los deseos de venganza, la crueldad y quizá la peor:

la necesidad de agarrarse a una esperanza, sea la que sea, y al precio que sea: Juan José ciego de amor hacia Rosa, obcecado, dependiente, enfermizo y que cree, víctima de una tradición secular, que al menos, ya es dueño de una mujer. Paco basándose en su amoralidad, es capaz de suciedades y bajezas para alcanzar otro «status». Rosa usa su cuerpo como mercancía; Isidra agarrada a su avaricia, a su codicia y a su falta total de humanidad. Toñuela asida con desesperación a sus sueños infantiles que la incapacitan para ver la realidad. Andrés regodeándose en su amargura, en sus frustraciones y en su machismo. Cano en su escepticismo, su cinismo y su materialismo. Perico y su falta real de compromiso que le hace hablar y no actuar por miedo a las consecuencias o por no perder un mísero puesto de trabajo. Hasta ese tabernero atrincherado en su barra, incapaz de hacer o luchar por algo mejor.

Mal viven. El futuro no llega y la vida se repite de padres a hijos en un espiral sin fin. Nadie se rebela, todos aceptan la situación como algo grande, irrevocable.

La obra es un retrato de una realidad desgraciadamente no muy lejana.

Teatro de la Zarzuela
Jovellanos, 4

5, 7, 9, 11, 13, 17 y 19 de febrero de 2016
20:00 horas (domingos, a las 18:00 horas)
Funciones de abono
5, 7, 11, 13 y 19 de febrero


Drama Lírico popular en tres actos de Pablo Sorozábal basado en la obra de Joaquín Dicenta
Música de Pablo Sorozábal
Estrenada en versión de concierto en el Auditorio Kursaal de San Sebastián, el 21 de febrero de 2009
Estreno absoluto de la versión escénica
Nueva producción del Teatro de la Zarzuela

Director musical
Miguel Ángel Gómez Martínez
Director de escena
José Carlos Plaza
Escenografía e Iluminación
Paco Leal
Vestuario
Pedro Moreno
Pinturas
Enrique Marty
Movimiento escénico
Denise Perdikidis
Ayudante de dirección
Jorge Torres
Ayudante de escenografía
Daniel Ruiz
Ayudante de vestuario
Isabel Cámara
Ayudante de iluminación
Pedro Yagüe

Orquesta de la Comunidad de Madrid
Titular del Teatro de la Zarzuela



REPARTO
Carmen Solís
Silvia Vázquez
Milagros Martín
Antonio Gandía
José Ángel Ódena
Rubén Amoretti
Ivo Stanchev
Néstor Losán
Lorenzo Moncloa
Ricardo Muñiz
Elena Rey
Roxana Herrera
Manuel Rodríguez
Ramón Farto

BAILARINES
Gerson Alexander, Alberto Arcos, Antonio Carboner, María Escobar, Luis Fernández, Elisa Morris, Montse Peidro, Rafael Rey

FIGURACIÓN
Omar Azmi, Antonio Gómiz, Joaquín Mancera, Marcos Marcell, Xavi Montesinos, Joseba Priego, Fede Ruiz, Bosco Solana

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